Nunca
es tarde para hacer reír (o sonreír) a la audiencia sobre un tema tan delicado en
televisión como el cáncer. Con esta premisa se embarcaron la actriz Laura
Linney, –también productora
ejecutiva– y la televisión por cable Showtime para estrenar The Big C, que ya ha renovado para una
cuarta y definitiva temporada en Estados Unidos. Al
contrario de lo que cabría esperar, la serie abarca con dosis de comedia
familiar la historia sobre cómo el cáncer puede convertirse en el pretexto para
desatar la liberación de Cathy (Laura
Linney), una reservada y obediente profesora de secundaria. ¿El mensaje
fundamental? Despojarse de toda una vida de inhibiciones.
The Big C es una distinción al talento de Linney, que ya la vimos en películas como Love Actually o en sus trabajos más recientes como The Savages y la miniserie John Adams. En los diálogos más ocurrentes, los momentos más espinosos e incluso en su vis más cómica nunca vemos en la interpretación de Linney ninguna impostura, ninguna nota poco veraz. Su actuación tragicómica eclipsa sin amagos a todo un elenco bastante irregular: Oliver Platt, Gabriel Basso o Gabourey Sidibe (la protagonista de ‘Precious’).
A todo esto, la elección del tema principal de la serie: “A Game Called Life”, del grupo californiano Leftover Cuties no es pura casualidad. Sus continuas referencias a los vuelcos que da la vida son evidentes incluso en una de las preguntas de su estribillo "Is this some kind of a joke, will someone wake me up soon?". Shirli McAllen y Austin Nicholson son los precursores de este grupo que ya empezó a trabajar dentro del panorama musical en 2003, pero que hasta hace pocos años no se dieron a conocer como los Leftover Cuties. Ella, cantante y compositora, junto con su compañero bajista pusieron la primera semilla creativa en su debut musical con A Game Called Life EP. A partir de ahí, iniciarían un proyecto que poco a poco iría moldeándose tras escribir nuevas composiciones, hacer grabaciones propias y buscar nuevos miembros para la banda.
The Big C es una distinción al talento de Linney, que ya la vimos en películas como Love Actually o en sus trabajos más recientes como The Savages y la miniserie John Adams. En los diálogos más ocurrentes, los momentos más espinosos e incluso en su vis más cómica nunca vemos en la interpretación de Linney ninguna impostura, ninguna nota poco veraz. Su actuación tragicómica eclipsa sin amagos a todo un elenco bastante irregular: Oliver Platt, Gabriel Basso o Gabourey Sidibe (la protagonista de ‘Precious’).
A todo esto, la elección del tema principal de la serie: “A Game Called Life”, del grupo californiano Leftover Cuties no es pura casualidad. Sus continuas referencias a los vuelcos que da la vida son evidentes incluso en una de las preguntas de su estribillo "Is this some kind of a joke, will someone wake me up soon?". Shirli McAllen y Austin Nicholson son los precursores de este grupo que ya empezó a trabajar dentro del panorama musical en 2003, pero que hasta hace pocos años no se dieron a conocer como los Leftover Cuties. Ella, cantante y compositora, junto con su compañero bajista pusieron la primera semilla creativa en su debut musical con A Game Called Life EP. A partir de ahí, iniciarían un proyecto que poco a poco iría moldeándose tras escribir nuevas composiciones, hacer grabaciones propias y buscar nuevos miembros para la banda.
Más allá de su primer debut, el grupo tiene una corta pero intensa trayectoria: en 2011 lanzaron su álbum Places to Go y este año Departures. En ellos podemos escuchar melodiosos temas como “I miss you”, “Sunnyside”, “Lost in the Sea” o “I would” y algunas versiones muy singulares de temas como el “Poker Face” de Lady Gaga, "Trouble" de Coldplay, "Don't think twice, it's all right" de Bob Dylan o “Fidelity” de Regina Spektor.
El estilo, un tanto ecléctico, bebe de muchos otros: indie folk, pop y jazz con el sello de la vieja escuela. La escuela de los años 20 –toda la banda viste como esa época– donde una atmosfera singular y un movimiento calculado son más poderosos que cualquier estribillo afinado. La batería, el ukelele, el acordeón, la trompeta y de vez en cuando alguna que otra maraca son algunos de los instrumentos que los Leftover Cuties necesitan para impresionar a su público. Prohibido entonces sacar la guitarra, Shirli y Austin buscan crear ritmos californianos –aquellos de surf y playa– pero sin olvidar su tempo más calmado y bohemio. Cerrad los ojos para trasladaros al San Francisco de los Happy Twenties.
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